Si bien hay gran cantidad de opciones a la hora de pensar en un piso, hay dos ventajas insuperables que poseen los pisos flotantes, sobretodo cuando se trata de realizar una refacción. Los mayores inconvenientes son sin dudas simplificados y superados por esta elección por la ausencia de obra gruesa y la posibilidad de colocarlo sobre un piso existente.
A la hora de instalar o renovar los ambientes muchas veces los mayores inconvenientes vienen de la suciedad de la obra y de la cantidad de días que hay que disponer para ello. El polvo, el espacio utilizado, la mano de obra subcontratada, el tiempo y el desorden son las incomodidades más comunes que se pueden evitar con los pisos.
El método está desarrollado para terminarse con gran rapidez y sin mano de obra especializada siguiendo los pasos para instalar el piso flotante:
El trabajo puede hacerlo una persona y terminarse en un día, dependiendo de la cantidad de metros cuadrados a cubrir.
A fin de cuentas, tanto sea para una obra grande nueva como para una remodelación sencilla, la instalación de estos pisos laminados son los más rápidos y sencillos por el ritmo de trabajo continuo. El avance se ve rápidamente y tal vez, aprovechando la ocasión, es posible compartir un momento familiar donde inclusive los niños pueden participar.
Se puede instalar sobre cualquier superficie lisa, sin necesidad de retirar el piso que queda debajo. Por ello no se genera prácticamente ningún tipo de suciedad, evitando realizar la tediosa tarea de cubrir muebles, sellar habitaciones o convivir con el polvo durante varios días. Al evitar lo inherente a toda obra gruesa, como golpes, escombros, gastos de operarios y gestiones, la elección de un buen piso flotante es ideal para no alterar la cotidiana vida familiar.
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